Aquí está su Baccino, me indica, encantado de su travesura, pues yo le había mostrado la única carta postal que me gustara hasta entonces y él había dejado en el aire la respuesta sobre su ubicación. Lo miré con sincero afecto, mientras él con los ojos en los testículos del diosecillo le decía a una pareja muy joven que hacía lo mismo con timidez, este Bacco se parece a mí. Tú eres el doble en tamaño, le observo sin conocérselas, ensayando una acrobacia para tantear un vientre que conoce cuatro siglos de manoseo, Baccino _____, cabalgando desnudo la tortuga sabiduría.
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“[...] la sala se volvió un teatro de anarquía presidido por el bullicio, las volteretas y el canto. Hubo profusión en el refresco y demás servicio, y el dios Baco que suele hacer un papel importante en todos estos regocijos, lució particularmente en éste. No se crea empero que es el vino de Oporto y otros licores exquisitos personificados por el hijo de Sileno, es el ponche Inglés, es el néctar del chicoteo, la ambrosia de la Zamacueca ; el Tordillo y Bayo de todos los fandangos pequeños y grandes, que anivela [sic] todas las clases y las hace sus tributarias: es la bebida de un día de República la que cerró las funciones del 18”
